Se cerraba así uno de los episodios mas significativos de la historia colombiana de lasegunda mitad del siglo xx.La caída de Pablo Escobar conllevo al desmantelamiento de toda su organización, pero fue aprovechada por el Cartel de Cali (mas moderno, discreto e influyentes en círculos políticos y financieros del país) para hacerse con el control del narcotráfico en Colombia.La infiltración en la política continuó: en los comicios presidenciales en junio de 1994, los dos candidatos Ernesto Samper y Andrés Pastrana, fueron acusados de recibir financiación del Cartel de Cali.
Resultó elegido Ernesto Samper (1994-1998), quien, con ayuda estadounidense, dio un golpe definitivo al Cartel de Cali al lograr detener en 1995, a su máximo dirigente, Gilberto Rodríguez Orejuela.
Tal golpe no supuso, por supuesto, el fin del narcotráfico en Colombia, pero si el de la época de los grandes carteles: a partir de ese entonces ninguna organización llegó a copar la mayor parte del mercado ni a desafiar abiertamente a las autoridades hasta el punto de desestabilizar el país.El negocio, según los expertos, se atomizo y especializó, y sus líderes de más peso, cuando hubo, fueron menos poderosos y permanecieron en un discreto segundo plano.Este cambio contribuyó a convertir a Pablo Escobar en el singular emblema en un momento histórico único, y, junto a la natural fascinación humana por la libérrima épica del mal, explica la atracción que sigue despertando su figura, que a sido desde entonces objeto de libros, documentales, películas y series de televisión.
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